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Tres poemas de Enmanuel R Arjona

  • Poesía

 

 

Mis Raíces 

 

Crecen

lentamente y lentamente se expanden,

infinitas

y tímidas se alimentan pero no cesan, lo devoran todo y todo nunca es suficiente, quieren más.

Por mi boca fluyen sonoras, lo cambian todo cual prosa dorada de letras que destellan, pero nunca las

escuches de más… ¡huye! ¡escóndete! ellas mienten, un mundo sin estructura no puede ser real.

Por mis pies rompen el concreto dejando huellas humeantes e hirvientes. Por mi sangre negra y

estrellada -como la noche- caminan espesos los mitos de mi existencia, escritos en tinta cósmica, mis

leyendas. Y por mis ojos, mueren intoxicadas de nostalgia, ahogadas de tanta realidad.

Pero luego…

cual combustión espontánea,

mis manos las reviven en su tacto bullente y por mi sexo líquidas brotan ardientes y mi piel se embriaga

de su sal.

Crecen, lentamente, siguen creciendo por dentro y por fuera, se expanden furiosas y furiosas me

queman, se alejan de mi, lo beben todo, todo, sedientas y gordas redondas regresan.

Me queman, lentamente me queman,

enmarañadas a mi cuerpo me penetran mis raíces

por dentro y por fuera en una

llama mortal.

 

 


 

Soy mi laberinto

 

Morenos
fueron concebidos mis paisajes,
y altivas
se alzaron mis vertientes,
castellanas
fluyeron de repente mis ideas
y mis cabellos
de mil serpientes.
Nací de la hoguera
ancestral de mis demonios
sin la encarnecida vestidura de mi cuerpo,
cubierto fue entonces de alabastro
mi sistema,
de polvo cósmico mi centro,
de mármoles y piedras, oros y blasfemias
en rito ceremonial
mi sacramento.
Soy…
los ojos
náufragos de mi padre
y de mi madre, su frágil columna,
mis manos son de acuario,
mi ciencia inexacta
y delicada
mi silueta de bruma,
antigua es mi sangre
como antiguas mis letras
se escriben siempre taciturnas.
Una y otra vez
mis letras errantes
una y otra vez
se escriben, de nuevo
embriagadas
al amparo de la luna.
Soy mi laberinto,
cambiante, profundo,
cubierto de espejos, cuarteados algunos,
soy trueno de voz
que sentencia maleficios,
¡soy destrucción!
¡fulgor!
¡cataclismo!
una huella humeante,
la llama constante,
mi laberinto me engulle
completo y a versos,
a ratos me escupe y escapo en silencios
pero luego regreso
asustado,
perdido,
mi laberinto me llama
cantando artificios
y me adentro
inconsciente
en su seno boreal.
Morenos
son mis paisajes y altivas
mis vertientes,
castellanas nacen mis ideas
y mis cabellos… de mil serpientes.
.
.

.
Renacimiento
.

Nací, y otra vez y a partir…

Sigo naciendo a cada equinoccio, a cada solsticio,

a cada tiempo se renueva esta piel de áspera corteza

y recobra su místico brillo de ámbar.

Nací, en un principio,

del bautismo cristiano que no pudo ser

y del otro que fue en aguas de río pedregosas

en las afueras de la ciudad de los santos,

los mismos

que ahora penden orgullosos de mi cuello.

Nací, y otra vez y a partir…

Sigo naciendo a cada luna llena, a cada tormenta

a cada página que leo y a cada otra que escribo

reinventándome en/o historias ajenas,

acertijos,

buscando siempre

la ignota causa primera de mi unidad universal.

Nací sin pretenderlo

un día

del verso mas desesperado de Neruda,

de la rosa mas fragante del milagro

de Ibarbourou,

de la sonrisa pagana de Hipatia,

de una principesca imagen de melancolía

en Sonatina,

de el Quijote y su lúcida locura,

y

del mas onírico delirio de Saint – Exupéry.

Sigo naciendo, sin detenerme,

mutando,

a ratos consciente y en otros, pareciera que dormido,

en piel de serpiente,

ave, cocodrilo,

poesía

o metal.

Y otra vez y a partir…

Sigo naciendo libre y con rima,

fluyo del verso y el universo me aproxima

a la formula etérea y por demás arbitraria

de mi creación inmaterial.

Porque antes fui roca,

y ahora

una quimera

con largos brazos como puentes

o ríos

sobre los que cruzan mis fantasmas,

todo lo que fui, lo que soy

y la única certeza de lo que un día

seré,

la palabra escrita.

 

.

Arte – Denis Sarazhin