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Tercia de encuentros por Gabriela Brito

  • Poesía

Primer encuentro. Irreconocible
Incesante, de repente ella despertó del sueño. Todos los días se la pasaba
imaginando cómo sería aquel primer encuentro. No parecía extraño, no le
era ajeno. Al contrario: era completamente nuevo… Su nombre comenzaba con
la misma letra que el nombre de él, la séptima letra del alfabeto. Al
principio no significaba mucho; su nacionalidad, tampoco, aunque ella
prefería que fuera de un lugar que no conocía pero que a la vez le
pareciera similar.
Lo que sucedía era sólo era un encuentro de intercambio cultural, charlas
acerca de música, la vida, los deseos y metas, que de repente se tornaron
a un tema del corazón, un poco más profundo, un poco más suave, un poco
más sensible, subiendo por cada centímetro de la piel, aumentando la
temperatura. ¿Acaso me está coqueteando? –Ella preguntó diez veces, y él
negaba a toda costa que sus sentimientos por ella hubieran tomado otro
derrotero.
Tarde o temprano se revela toda verdad. Así, tras confesar que su corazón
cantaba el nombre de aquel muchacho, ella sugirió revelar las reales
intenciones. Al pensar en él, su corazón componía poesía, elaboraba cosas
espléndidas, que denominaba arte, quizás un poco abstracto, por el estilo
en que expresaba sus sentimientos: tenue, oscuro, blanco, negro, grisáceo,
azul, rosa, rojo, amarillo, morado… De todos los colores como se pueda
pintar la vida.
Segundo encuentro. Intocable
Una canción basta para sanar los sentimientos del alma, para enamorarla,
deleitarse y contemplar la distancia con delicia y profundo fruto del
deseo prohibido. No puedo tocarte, no puedo mirarte, no puedo sentirte, no
puedo olerte, no puedo abrazarte, no puedo besarte, pero a más de cuatro
mil kilómetros puedo escuchar tu voz.
Tal como el fuego de tus ojos, el agradable matiz tonal de tu prosodia
puede transmitirme calor. Puedo saborearte, puedo imaginarte y jugar con
mis pensamientos para deleitarme en el espejismo de tu silueta en actitud
de aproximación lenta, caminando hacia mí.
Puedo saber de ti sólo a través del cristal. Quizá sea un poco ridículo,
pero… ¡qué más da! Que nos tilden de locos mientras el brillo de tus ojos
permanezca intacto, mientras tu corazón siga latiendo igual que ayer,
mientras las Erinias, culpables de infundir la duda, sigan paseándose por
mi jardín de flores, como si el tiempo dejara de correr… Ese vaivén es lo
que mantiene la intriga, la expectativa y la ilusión del tercer encuentro.
Ya no sé qué pensar, ya no sé qué decir. Cuando te veo sólo quiero pensar
en tus ojos. ¿Puedes escuchar la misma canción que yo? ¿Puedes sentir
aquella armonía que compusiste? ¿Puedes sostenerte de cada nota musical?
Amárrate, agárrate fuerte, porque cada vez las pruebas son más difíciles
para llegar a la meta. ¡Sí! Podemos poner un parche para aliviar el dolor,
pero aún sigue viviendo.
Querido: ¿Por qué decidimos emprender el camino más sinuoso, si habríamos
podido encontrar uno menos complicado? Como has dicho, el amor es
sencillo, tú me inspiras, pero tu amor quema, tu amor arde, tu amor duele
por las circunstancias que nos obstaculizan.
Si yo pudiera elegirte, serías mi elección una y otra vez, pero si además
pudiera elegir las circunstancias, sin dudar, al instante las cambiaría.
Las pondría a nuestro favor, movería el mar para abrir paso a nuestra
unión, movería el cielo para poder leer tu mirada, y le pediría al viento
que te llevara mis besos.
Tercer encuentro. La promesa
Contando los días, trato de esforzarme por hacerlos reducibles, por no
sentirlos, pero queman, pasan despacio y arden las lágrimas que derramo
por la distancia… Siempre pensé en ser como las enamoradas de las novelas
románticas y encontrar al príncipe azul, y sí, ahora lo soy, y tú eres el
príncipe protagonista de esta historia. Incluso me otorgas tratamiento de
princesa.
Pero no tomaba en cuenta que las cursis historias de princesas contienen
también una lucha que se ha de ganar. Se siente cuánto cala los huesos,
que ya no puedo más, pero, después de cada obstáculo que se opone, ahí
sigo, de pie, firme. Pocos comprenden, y muchos juzgan. ¿Por qué eres todo
lo que alguna vez deseé?
Es posible que seas como una recompensa de la vida, que al recorrer el
camino sinuoso deba yo probar ser merecedora de ti. A veces me pregunto:
¿Por qué nos suceden cosas tan poco probables? ¿Cómo todo pasa tan rápido?
Pero esta mágica historia es una maravilla, y mi más ferviente anhelo es
seguir escribiéndola contigo…
Copyrigth. Gabriela Brito