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Quería escribir/ Daniela Pérez

Quería escribir. ¡Qué chistoso que el papel que encontrara para hacerlo haya sido el de esta libreta de hojas en blanco! Esperaba una de rayas o de cuadros, pero de cuadros grandes. Los cuadros pequeños me provocan ansiedad, y tal vez por ello no habría escrito.
Quería escribir, en fin; de estas paredes que han sido testigos de tantas historias de amor fugaz y de amores que con cada capa nueva de pintura se quedaron y también se marcharon. De todas esas palabras que, como niños, hemos escrito con el dedo a la orilla de alguna playa y desaparecieron con la marea.
Quería escribir
De esas montañas blancas que esconden huellas e historias tras esos rastros que con cada deshielo o nevada van siendo cubiertos y guardan sangre, lágrimas, sudor, y que cuentan historias que nunca sabremos: como la del padre con pies congelados dejando huellas de sangre para encontrar a su hija que en la tormenta había quedado perdida, pero que luego, días después, regresaron juntos, dejando pares de huellas en el camino donde había quedado sangre que ya nadie ve.
De eso quiero escribir. De esas historias que son arena y marea, nieve y camino, habitación y testigo; de lienzos que parecen vacíos pero son cielo lleno de estrellas, constelaciones, galaxias, sistemas… historias que son infinito en secreto, como los secretos que guardan las flores en su geometría cósmica, de esa belleza de la que Fibonacci nos habló en números perfectos.
¿Ahora tienes en mente esa belleza de la que hablo?
No dejes de verla, de sentirla… porque esa belleza es la que me hizo querer escribir para hablarte de esa mirada que me llenó el alma de memorias que son abrazos.
Porque no sé encontrar las palabras para describir esa mirada que me topé una vez contemplando al infinito. Esa mirada que parecía en blanco de una mente desconectándose por un instante de todo para nublar los pensamientos. Esa mirada que cualquiera habría podido creer vacía, pero que yo sentí como vacío para dejarme caer.
Como cuando te aterra el abismo pero no puedes evitar pararte a la orilla, mirar hacia abajo e imaginarte cómo sería la caída libre a ese vacío; esa adrenalina y atracción que provocan los precipicios, ¿lo has sentido?
Y así me dejé caer rendida en esa mirada que es costa color Perla en ojos que son como cañones piratas.
Copyrigth. Daniela Pérez