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Conceptos del arte que puedo recordar/Aurora Peregrina Varela Rodríguez

Conceptos del arte que puedo recordar
El arte es un sentimiento que se comunica por medio de lo que se expresa sobre el lienzo o cualquier otro soporte. Lo que se exterioriza consta de una parte tangible y otra desdibujada, que solamente podrá completar el espectador. Será una vivencia única e intransferible.
Consta de obras mediante las cuales se procura representar múltiples facetas materiales y psíquicas humanas: la locura o la cordura del artista, su familia, pensamientos vivos o ya caducados, frustraciones, lamentos, deseos ocultos, secretos, palabras jamás pronunciadas en público, caídas al abismo, lágrimas, risas, sonrisas, pedazos de cielo o de infierno, adversidades multifactoriales, fugas, fracasos y logros, acuerdos y recuerdos, caos y éxito, lo circunstante y lo que le marca a fuego lento o con la voracidad de una centella o la calamidad de un tsunami.
Todo esto va cobrando forma con el pincel, la foto, la forma dada a la escultura en piedra de las tierras de la aldea. El artista se gana la vida deseando que su obra sea entendida, apreciada, estampada en los libros de arte e incluso estudiada. Las formas son diversas, vale todo, pero en el orden o desorden deseado y para comunicar lo que exhala de los más recónditos escondites de su alma negra, blanca o colorada.
Es un proceso que se realiza en plena libertad. Aunque asumo la certeza de que los estudios son muy necesarios, sé también que el creador, durante el desarrollo de cavilación y generación de formas, siempre se dejará llevar por su interior, sus vivencias, su individualidad. Ejemplos de lo que os cuento son Picasso y los artistas cinetistas, innovadores y abstractos.
Arte es la bendición de nuestros días ante la crisis política y social tan globalmente generalizada, el descanso de las guerras y de las ignorancias. Hay que ver mucho arte y sentirlo con talento y entrega incondicional.
Es didáctico ponerse del lado del creador pictórico o fotográfico e inferir lo que con sus trazos y formas quiere decirnos. Intentar, pues, la comprensión de estos tácitos recursos comunicativos a fondo, desde su raíz, y conjeturar nuevas e interesantes historias que nos sugieran sus figuras o elementos, sean cuerdos o descabellados, figurativos o no, nos rompan o no la cabeza de un machetazo o, sin amor, nos besen en la mejilla. Nos gusten o no.
El arte es espontáneo. Proviene de los hombres y mujeres que lo imaginan, sienten y representan. Es como un niño travieso. En su expresión nos recreamos y convencemos, sean sus líneas sobrias o de diversidad muy compleja. Es materia oculta donde descansan los miedos de su autor(a), y simbolización del sentimiento profundo de un ente humano que sufre o es inmensamente feliz.
Es diversión para autoconsumo y para la colectividad, inversión del tiempo, trabajo y, hoy por hoy, complicado negocio. Es provocar movimientos de masas y, si hiciera falta, cometer infracciones, aunque exentas de penalización, salvo la proveniente de la crítica. Es simpleza y complicidad, entrega incondicional y la más pura realidad caótica, representativa o inventada.
Mi madrina pintaba con naturalidad y amor. Era buena dibujante, vendía muy bien sus obras, exhibía mediante exposiciones que reseñaban la prensa y las revistas nacionales. Para ella, si se es pintor(a), constituye un modo de vida. Eso va siempre dentro de cada quien, de la adecuada percepción de todo lo que se ve, para obtener una creación motivante, única, expresiva, icónica o no, y amada, muy amada.
No nos engañemos. Los cuadros de las exposiciones nos entretienen y entregan a la gloria terrenal, al sentimiento profundo de paz celestial, y, a la par, desarrollan nuestras virtudes, propiciando que, por unos momentos, nos olvidemos de los desastres de nuestras vidas particulares, especialmente sentidas y lamentadas día a día, mes a mes.
A todos nos gusta el arte. Forma parte importante del mobiliario de nuestras casas. Vamos juntos a las tiendas a comprar los cuadros que más nos plazcan. Unos prefieren mares y ríos de gran caudal; otros, abstracciones feas, la alta montaña, figuras humanas trabajando o comiendo fruta, objetos diversos y variopintos, líneas sin orientación fija, animales descansando o perros ladrando a los extraños, espacios pródigos de paz, etcétera…
Es importante una sensata elección de ellos. En nuestras tiernas viviendas son ventanas abiertas al mundo, alegría de nuestros ojos y relajación de nuestro espíritu, que cuando se trate de arte permanecerá siempre juvenil. Cuanto más nos satisfaga lo adquirido, en el calor de nuestros hogares nos sentiremos mejor, junto a nuestro gato Antonio y nuestro canario Pedro.
Las obras artísticas o creaciones humanas son como una escalera ascendente hacia la divinidad, recreación profunda del alma inquieta que busca la armonía, el deseo de encontrar sentido a la vida, el fin del llanto y de los lamentos que nos provocan palpitaciones a mayor velocidad que la recomendada por los médicos. Es aprender a sentir misericordia, llegar a ofrecer perdones y olvidar los rencores necios que sin medida, ni control, apagan la vida.
Las formas son sugerentes, vale lo deforme, lo raro y desalentador encuentra su justo sentido. El significado siempre está latente. De ese mensaje emana un sentimiento. Mensaje que nadie más logra comunicar. De lo contrario, lo interiorizará y vivirá en secreto. Quienes deseen sentirlo tendrán que acercarse a ver o contemplar esas obras, sugerentes todas ellas, desde su prístina concepción psíquica y la materialización de ideas, de gran colorido o monocromáticas, pero siempre rebosantes de contenidos.
Al crear se combina todo: círculos, rectas, curvas raras, figuras geométricas. A ningún ojo puede ser aburrido el resultado de tan disímbola mezcla.
Sobre el soporte, el pintor mueve genialmente su muñeca para dar forma a aquello que desea que salga de sí, para que otros puedan verlo y, en el bolsillo de su camisa, él pueda llegar a guardar algún gramo de sana y sabia libertad. También algún eurillo (€).
Los admiradores de las formas hacemos de los artistas hombres libres, felices, realizados y optimistas. También, al comprar sus obras, les damos de comer. En ocasiones pagamos altos precios. No es mi caso, pero sé de mucha gente para quien las cifras con cuantiosos ceros no constituyen obstáculos insalvables con tal de obtener obras que han sido de su agrado.
El artista gusta de ofrecer su trabajo, le place que otros disfruten y comenten acerca de ello. Siempre desea saber de opiniones para mejorar.
Nunca el pintor podrá dejar de hacer, aunque sea un simple garabato sobre un viejo folio roto. Incluso en medio de la amargura y el luto podrá apetecerle pintar o crear cualquier alegoría que le abstraiga su mente y lo conduzca a otro mundo más fácil, un entorno mejor, más humanista, más deseado.
Para mí, el arte puede ser todo lo que he relatado, pero aún reservo más tópicos que tratar. Muchos más.
COPYRIGH. Aurora Peregrina Varela Rodríguez